"NO SOY STILLER", SEMANA SANTA Y LA IDENTIDAD PERDIDA

Estaba ojeando en Internert la venta on line de la novela No soy Stiller, de Max Frisch, cuando en una web me he encontrado con un registro de apellidos que dice ser un "blasonario de la consaguinidad ibérica", y se me ha ocurrido mirar la genealogía y consaguinidad de mis dos apellidos, Tugues Tugues.

Pues bien, según la web “Apellidos España” no existo, no existe ningún: Tugues Tugues. Con el enorme trabajo que tuvieron mis padres para casarse por la iglesia en la postguerra española, solicitando licencia eclesiástica aquí y allá en las oficinas tenebrosas del clero franquista, porque eran primos segundos y les advertían que no podían casarse por la iglesia (primos segundos o quizá primos carnales, primos hermanos, que nunca quedó claro en mi familia hasta dónde llegaba el pecado original de mis padres, que al final obtuvieron dicha licencia gracias a un vecino sacerdote).

Dice así esta web:

Frecuencia del apellido Tugues en España:

Tugues está en el lugar estadístico Nº. 13.345 de los apellidos más comunes de España, y en todo el territorio español nos encontramos que hay censados 249 con TUGUES como primer apellido, 216 con TUGUES como segundo apellido y un total de 0 con TUGUES en ambos apellidos.

Distribución geográfica del apellido Tugues:

El apellido Tugues tiene escudo heráldico o blasón español, certificado por el Cronista y Decano Rey de Armas Don Vicente de Cadenas y Vicent (Blasonario de la Consanguinidad ibérica).

Las provincias donde Tugues es más común son:

En Lleida, siendo el 652º apellido más común, con 109 habitantes que lo poseen como primer apellido y 124 como segundo apellido, y 0 en ambos apellidos (El gran llibre dels cognoms catalans, Josep M. Albaigès i Olivart).

En suma: con estos dos apellidos, Tugues Tugues, no hay nadie en este mundo, igual a: 0 Tugues, cero Tugues, según la estadística de blasones y apellidos.

En resumen, que he desaparecido, que he dejado de existir y por tanto nunca he dicho nada ni he escrito una sola palabra. Mejor así, un verdadero regalo, inesperado. Nadie me podrá reclamar nada, ni una sola palabra, ningún recuerdo.

De todos modos, ahora que es Semana Santa, voy a caer en la tentación de buscarme y a ver si me encuentro resucitado por alguna esquina..., leyendo No soy Stiller, de Max Frisch.