Era un mundo donde se adoraba al
Templo del Poder Económico.
Ese Templo lo era todo,
afirmaban. El Templo del Poder era Dios, proclamaban a los cuatro
vientos, era a la vez Templo, Dios y Sol de la tierra.
En ese
mundo la libertad, la democracia, eran sólo un obstáculo, aunque un
obstáculo necesario al Templo, puesto que los políticos escogidos
teatralmente eran los mensajeros del Templo que se cuidarían de
controlar a los ciudadanos, que eran a la vez esclavos, productores y
consumidores al servicio del Templo.
Por eso mismo, los
ciudadanos podían votar cada cuatro años y elegir a los políticos
mensajeros, que serían los nuevos delegados del Templo del Poder
Económico para controlar a los ciudadanos y el buen rendimiento de las fábricas, oficinas y almacenes en donde nacían, trabajaban,
morían y se reproducían los ciudadanos uniformados como esclavos,
productores y consumidores muertos en el Templo del Poder.
Pero hubo un
problema mal resuelto, que se fue multiplicando a lo largo de los
siglos, y acabó destruyendo al Templo del Poder y su
civilización: los bárbaros que no consumían asaltaron el
Templo, los emigrantes venidos de otras tierras derribaron los muros
ensangrentados del Templo del Poder Económico y ocuparon aquella tierra.
Dicen que sus antepasados eran aquellos que caminaban cientos y cientos de kilómetros, pagaban como podían el viaje al nuevo mundo moderno y civilizado del Templo del Poder Económico, atravesaban los mares con barcas y pateras, y un día por fin, los que habían sobrevivido a la travesía, llegaban a la playas y fronteras, donde eran recibidos con gritos y disparos por la nueva civilización.
Habían hecho una larga y terrible travesía, no para vivir, sino para morir en el mar o malvivir en la tierra.Dicen que sus antepasados eran aquellos que caminaban cientos y cientos de kilómetros, pagaban como podían el viaje al nuevo mundo moderno y civilizado del Templo del Poder Económico, atravesaban los mares con barcas y pateras, y un día por fin, los que habían sobrevivido a la travesía, llegaban a la playas y fronteras, donde eran recibidos con gritos y disparos por la nueva civilización.
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ResponderEliminarRafael Blanco: A alguien se le fue la mano.
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ResponderEliminarEva Soc Aixi: Así es
Hace 44 minutos ·
Lluis Ribera: SEMPRE SURT UN ALTRE KE ELS VOL SALVAR.....
Hace 36 minutos ·
A Korg Ankti, Vicenç Altaio, Montserrat Olivés Miret y 8 personas más les gusta esto.
ResponderEliminarUna lectora: Hay una novela extraordinaria de Joseph Roth sobre los derrotados: "La rebelión", publicada en Seix Barral y seguramente descatalogada.
Hace 21 horas · Me gusta · 4
Luis de la Traba: Profecía -ficción o una realidad más cercana de lo que imaginamos ...
Hace 16 horas · Me gusta
Angel Terron-Homar
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