EL CONTROL

¿Quién lee periódicos y revistas aún?, pregunta la dueña del bar.

El informático del barrio dice que con la llegada de la era digital, con el predominio de internet y las redes sociales, los periódicos se arruinan, las editoriales y las librerías van cerrando y nadie quiere papel. Amazon (que representa la nueva era digital, la gran tienda de internet) ha comprado el periódico "Washington Post" (de la vieja era gutenberg, el papel del pasado). 

¿Qué ocurrirá?, pregunta el novelista del barrio. De momento, los nuevos propietarios tranquilizan al personal y dicen que continuará editándose en papel, ¿por cuánto tiempo?

Algunos quieren controlar internet, crear unos flitros y eliminar lo que ellos llaman libertinaje informativo, apunta la sobrina de la peluquera.

Claro, son los de siempre, dice la nieta del anarquista. Son esos elitistas que sólo quieren libertad y libertinaje para sí mismos y su grupo. Les asusta que los demás, los que no son de ningún grupo, puedan publicar sus opiniones y críticas en internet, y que con ello desaparezca el monopolio de la información, el control de lo que se debe o no publicar para continuar con los privilegios. Su único interés no es la libertad, sino mantener el negocio del control de las opiniones e interpretaciones de todas las historias políticas, económicas, culturales y religiosas del mundo.

A mí lo que me preocupa son los derechos de autor, dice el novelista del barrio que publica una novela al año, con enorme éxito de ventas entre familiares, amigos, conocidos y vecinos. Y con buenas reseñas en el suplemento literario del periódico que pertenece al mismo grupo empresarial que la editorial en que publica una vez al año, coincidiendo con el día del libro.

Muy bien dicho, afirma el poeta romántico del barrio. Cada vez será más difícil vivir de las letras.

Sobre todo, si sigue escribiendo poesía!, responde el humorista.

Mal educado!, exclama el poeta. 

Derrotista, anarquista, okupa!, exclama el novelista de una novela al año.

Calma, señores, calma. También dicen que el rey de Marruecos y el rey de España han intercambiado listas de nombres de presos y se han confundido al liberarlos, comenta la dueña del bar para cambiar de tema.