Lejos del mundanal ruido, el día después del libro y la rosa, salen los poetas muertos de sus madrigueras, como muertos vivientes salen y ocupan las calles, las ciudades, las casas, rompen el silencio de la prosa burocrática, correcta, política, y hacen la
revolución de los geranios de mil colores, más allá del límite de
los claveles, las rosas y los intereses creados de la palabra escrita y su sombra, siempre alargada en busca del palacio y sus balcones y ventanas con flores...,
muertos vivientes, los poetas, pero que no viven de la poesía,
como todo el mundo sabe, sino que viven poética y peligrosamente en
el doble filo del aire y al borde del abismo, indefensos,
haciendo ya en vida experimentos con la muerte
(si exceptuamos, claro está, a aquellos poetas que tienen su peligro
escondido, poetas dráculas a los que no puedes dar la espalda sin riesgo físico y
poético de tu sangre y más muerte).
Uno que es muerto viviente desde que empezó a escribir poesía, haciendo caso omiso de la experiencia paterna y materna, mis ascendientes, ambos poeta.
ResponderEliminarDesengañada, más que de poesías, de poetas maridos.
ResponderEliminarElevemos la discusión y no caigamos en vulgaridades de la vida cotidiana. La poesía es una meretriz de alto postín, y no todos podemos acceder a sus favores.
ResponderEliminarEsto parece el club de los putos obscenos, más que poetas.
ResponderEliminarSin insultos, caballero, que entre el clavel y la rosa su palabra es-coja
ResponderEliminarMenos sátira, menos poesía y más narrativa, que sois todos unos resentidos y unos poca-ventas.
ResponderEliminar¿Es que no se alimenta de la misma comida, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades,
ResponderEliminarcurado por los mismos medios, calentado y enfriado por el mismo verano y por el mismo invierno que un cristiano?
Si nos pincháis, ¿no sangramos?
Si nos haceis cosquillas, ¿no nos reímos?,
Si nos envenenáis, ¿no nos morimos?
Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos?
Si nos parecemos en todo lo demás, nos pareceremos también en eso.
Bien por Shylock, el editor, aunque sea demasiado tarde...
ResponderEliminarPrudencia, señores, prudencia, y paciencia, que es la madre de la ciencia y de los pobres poetas, que viven del aire, o, por mejor decir, con el culo al aire (en tanto que poetas).
ResponderEliminarNo me siento aludido en modo alguno.
ResponderEliminarDime quién eres y te clavaré una estaca, como hacíamos en los cines de barrio.
ResponderEliminarCon violencia no llegaremos al poema, quiero decir, a ninguna parte.
ResponderEliminarQue la sangre poética no llegue al río, o acabaremos todos como el poeta apaleado y asesinado, de Apollinaire.