El hecho de leer o escribir, como en este caso, los títulos de los libros del filósofo Eugenio Trías (fallecido ayer, domingo de Carnaval y día de santa Escolástica, cosa que tal vez le habría hecho sonreír con ironía), puede ser ya una forma de iniciarse en su pensamiento: podemos partir de lo bello y lo siniestro, pasar por la filosofía y el carnaval, atravesar la filosofía y su sombra y llegar a los límites del mundo, donde la imaginación sonora nos hará escuchar el canto de las sirenas, que están más allá, al otro lado del límite, donde el lenguaje se vuelve silencio, visión.
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“Lo bello es el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar.”
Rilke
“Lo siniestro (Das Unheimliche) es aquello que, debiendo permanecer oculto, se ha revelado.”
Schelling
En este escrito se quiere reflexionar sobre estos dos aforismos. La hipótesis a desarrollar es la siguiente: lo siniestro constituye condición y límite de lo bello. En tanto que condición, no puede darse efecto estético sin que lo siniestro esté, de alguna manera, presente en la obra artística. En tanto que límite, la revelación de lo siniestro destruye ipso facto el efecto estético. En consecuencia, lo siniestro es condición y es límite: debe estar presente bajo forma de ausencia, debe estar velado, no puede ser desvelado. Es a la vez cifra y fuente de poder de la obra artística, cifra de su magia, misterio y fascinación, fuente de su capacidad de sugestión y de arrebato. Pero la revelación de esa fuente implica la destrucción del efecto estético. El carácter apariencial, ilusorio —que a veces se llega a considerar fraudulento— del arte radica en esta suspensión. El arte camina a través de una maroma: el vértigo que acompaña al efecto estético debe verse en esta paradójica conexión. Por cuanto lo bello linda lo que no debe ser patentizado, es lo bello «comienzo de lo terrible que todavía puede soportarse». Por cuanto lo siniestro es «revelación de aquello que debe permanecer oculto», produce de inmediato la ruptura del efecto estético.
El arte de hoy —cine, narración, pintura— se encamina por una vía peligrosa: intenta apurar ese límite y esa condición, revelándola de manera que se preserve el efecto estético.
¿Es tal cosa posible o
rozamos aquí una imposibilidad? El carácter catártico del arte
puede hallar, en esta singladura, su prueba más elocuente. Como dice
Novalis: «El caos debe resplandecer en el poema bajo el velo
incondicional del orden»
A Francesc Cornadó, Víctor Verdú, Jorge de los Santos y 6 personas más les gusta esto.
ResponderEliminarFrancesc Cornadó: La frase de Novalis resume toda la estética del primer romanticismo, aquel que se embelesaba con las nieblas del bosque germano y reclamaba el orden del mar clásico. Así nos lo explicaba Trías, tuve la suerte y el honor de tenerlo de profesor de Estética.
Hace 10 minutos ·