Siempre hizo vida de huésped, desde su infancia, alojado siempre en casa ajena.
En la vida familiar, en el trabajo, en cualquier lugar, también cuando hablaba se sentía huésped de las palabras.
Hospedado, pues, en casa ajena, viviendo de las palabras de los otros, no decía nunca lo que pensaba, lo que sentía.
No decía sus propias palabras, sino las que oía a fuera, en casa de los demas, siempre huésped de las palabras, diciendo la palabra conveniente para seguir viviendo en las palabras de los otros.
Hablando consigo mismo por las noches, sin enfrentarse a las palabras de los otros, siempre viviendo secretamente, hospedado en casa ajena.
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ResponderEliminarJose L Ferraz: Muy bueno, gracias!
Cristian Gomez Manriquez: excelenteeee...!
Maria Pilar Viota Costa: No me gusta ser huésped.