martes, 20 de diciembre de 2011
EXHIBICIONISMO DE LLANTO PÚBLICO EN EL GRAN TEATRO DEL MUNDO
Más allá de "Metrópolis", de "1984", más allá de la visiones de George Orwell. Con la técnica linguística de los diccionarios, una vecina del barrio dice lo siguiente: "Valle de lágrimas, llanto público por la muerte de un dictador, efusión colectiva de lágrimas, farsa acompañada frecuentemente de lamentos y sollozos, derramar lágrimas políticas, echar a llorar de improviso por calles y plazas, llorar a lágrima viva, llorar copiosa y amargamente, deshacerse en lágrimas políticas de cocodrilo, llorar con intensidad por fuera y reír por dentro en el teatro del mundo, a rey muerto, rey puesto, llanto público por la muerte de un dictador, llanto televisado a todo el mundo, sin duda con la colaboración del mejor humorista del cine mudo.
Pero cabe una pregunta demoledora, terrorífica: ¿Y si ese llanto fuera real, sin alegría interior? Sería, entonces, la muerte del individuo en beneficio del llanto público por un dictador, y ese exhibicionismo de llanto colectivo sería declarado milagroso, un milagro de la colectivización férrea de la lágrima: el dictador convertido en apóstol de la causa y elevado a los altares como beato o santo. No sería el primer caso de militar, aristócrata o político elevado a santidad. Que Dios, Zeus o Júpiter nos coja confesados!", exclama esta vecina del barrio.
El suplente del cronista
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