Fotografía, www.botanicmontserrat
En el barrio explican un cuento, pero dicen que es un cuento que va en serio.
Cuentan que uno del barrio ha perdido el trabajo y los ahorros, que ya no puede pagar la hipoteca, se ha quedado sin vivienda y ahora merodea de una calle a otra, extraviado en la ciudad donde nació, y come en centros y parroquias asistenciales.
Cuentan que ahora duerme cubierto de cartones y tiene pesadillas en el suelo de la misma sucursal bancaria que le proporcionó la hipoteca, con toda clase de atenciones y garantías.
Pero todo ha cambiado, hoy son otros y no se reconocen, él, el banco y la vivienda.
El suplente del cronista
Dormir, soñar y, lo peor, el despertar y ya no poder soñar más.
ResponderEliminarY si no despiertas por tu propia cuenta, viene otro y te mata el sueño, pero no te deja despertar y la vida es una pesadilla.
ResponderEliminarBravo; "hoy son otros y no se reconocen, él, el banco y la vivienda".Bravo por la descripción de la plasticidad en la conciencia que otorga el dolor.
ResponderEliminarAllí, en el dolor, las cosas son otra cosas. El sujeto no se corresponde (ni siquiera simbólicamente) con los elementos que le daban conciencia. Dejan de ser conocidos ("no se reconocen") Cambia su paisaje. Y el sujeto mismo, que opera, no lo olvidemos, como objeto para los otros sujetos, tampoco mantiene la misma significación, deviene un exiliado, una incómoda alteración en el paisaje de los demás. Uno no pierde una casa, pierde su identidad a través de que se deslabace el tejido que le daba significado al mundo.
Bravo, "hoy son otros y no se reconocen, él, el banco y la vivienda", no se puede relatar mejor.
Tristísimo, pero mucho me temo que esta historia la iremos viendo cada vez con más frecuencia, repitiéndose en otros casos. Desesperanzador.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó