viernes, 19 de febrero de 2010

DE LA MAGIA AL ABSURDO: VENTANA SELLADA DONDE CRECE EL CACTUS

Fotografía: Janet Xirgu, Ventana sellada donde crece el cactus





















Del teatro de la magia pasamos al teatro del absurdo, escuchando la última cinta y esperando a Godot, que no viene ni vendrá, según advierte un vecino. Pero sí que aparece por una esquina la cantante calva que, aun estando anunciada en el título, no apareció con su personaje en la sala del teatro.
Días felices, pues, aquellos días que nos recuerda el personaje casi enterrado en vida, mientras todos, el personaje y nosotros, los espectadores, vamos siendo acosados por una nueva entrega de sillas, sillones y armarios: muebles que van subiendo y que alguien ha comprado en no sabemos qué tienda.
Mobiliario ocupando el espacio hasta asfixiarnos, "y siéntense a ver la representación de las guerras buenas y las guerras malas, las crisis malas y las crisis buenas, de crecimiento", anuncia el catálogo de propaganda de la tienda de muebles (pagados a plazos), hechos a medida de la capacidad espacial de las viviendas y las mentes que las habitan, todos sentados viendo pasar las imágenes de las guerras buenas y las guerras malas que han vivido y viven los otros, "y pongan otra vida en su vida, compren más sillas y sillones y no piensen en sus crisis", dice la frase final del catálogo.

(Texto construido con títulos de Ionesco y Samuel Beckett).

El apuntador suplente del teatro

5 comentarios:

  1. Ventana, pared, muro, cactus abandonado a su suerte, pero no le importa y crece igual.

    Nómada

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  2. ¿Qué guerras son las buenas"

    Pregunta

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  3. Son buenas las guerras que amparo yo, es decir, los gobiernos de turno, USA, Europa, y las sacrosantas ONU y OTAN.

    Respuesta

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  4. Otra pregunta: ¿Y qué diferencia hay entre los muertos de unas y otras guerras? ¿También hay muertos buenos de guerras buenas, y muertos malos de guerras malas?

    Encuestadora

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  5. Tiene razón la Nómada, el cactus (de la hermosa fotografía de Janet Xirgu)
    sigue creciendo a pesar de sus circunstancias.
    Como nos enseñó Sócrates, por palabras de Platón, ya no hay en que creer. Aunque Platón, por boca de Sócrates, nos quiera convencer de lo contrario.
    Pero a pesar de todo, en la ventana tapiada del muro ruinoso, florece la vida, y sin que sepamos cómo ni por qué, florece una honesta belleza, que no necesita razones para justificar su presencia.

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