miércoles, 2 de diciembre de 2009
LOS MARINES / LOS MILAGROS DE SARAMAGO / Y HAIDAR
30.000 marines más llegarán a Afganistán en breve, con banderas blancas y escopetas de fogueo, último modelo, según anuncia el Premio Nobel de la Paz 2009 al mundo. De inmediato ha subido la cotización en bolsa de las acciones de la industria norteamericana y europea de armas convencionales y tecnológicas.
Mientras tanto, los tres cooperantes catalanes siguen secuestrados por los desiertos de Mauritania, y en España prosigue la huelga de hambre de la activista saharaui, Haidar, en el parking del aeropuerto de Lanzarote, a donde se ha trasladado al ser expulsada y multada con 180 euros por haberse hospedado antes en el lujoso suelo del aeropuerto.
Pero de súbito acontece el milagro: se presenta Saramago, el novelista, en el garage. No vamos a discutir aquí sus dotes narrativas, sino su afición a la imposición de manos: pone la mano mágica encima de la cabeza de Haidar (obsérvense las fotografías), y le adivierte -o mejor, le predica- que el gobierno español le ha hecho ya todas las propuestas posibles para que se vaya libremente del aeropuerto y desaparezca "el problema español de Moratinos". Pero Haidar niega con la cabeza.
Parece ser que al bueno de Saramago (a semejanza del ministro Moratinos) se le ha olvidado una cosa, un detalle sin importancia: que Haidar no pide irse de vacaciones libremente por las tierras de España. Ella, Haidar, sólo pide tierra libre, pero su propia tierra libre, la misma que colonizó la exmetrópoli, España (el llamado Sahara español), y que luego abandonó en el desierto el famoso día de la "marcha verde", marroquí, y la huída, cómo no, española. Son cosas que se le olvidan fácilmente al bueno de Saramago, novelista, cuando hace prédicas e imposiciones de manos sobre las víctimas.
El suplente del cronista
No es que Saramago sea mal escritor, mal novelista. Si no fuera tan pesado, con ese peculiar ateísmo suyo que siempre habla de Dios y se mete con los judíos. Parece un cura a veces con tanto sermón, otra clase de sacerdote (pero, es curioso, nunca se mete con Alá, Mahoma....).
ResponderEliminarUn descreído (que no se mete con las creencias de los judíos)
Hoy por hoy, es más fácil atacar a los judíos, a los cristianos. Atreverse a criticar a Alá, a Mahoma, a los musulmanes, es harina de otro costal, como se decía antes. Es decir, más peligroso, y ya sabemos que hay muchos intelectuales muy criticones de puertas adentro, pero también muy covardicas en el exterior, en el foro.
ResponderEliminarPublicista
Si maldices a un cristiano, a un judío, no te pasará nada, e incluso algunos te aplaudirán. Si maldices a un musulmán, corre peligro tu vida. Y ya sabemos que los intelectuales del siglo XXI no brillan por su valor, por su coraje.
ResponderEliminarContra todo racismo