miércoles, 4 de noviembre de 2009
MARÍA ZAMBRANO
Un buen colaborador del blog de esta "Pensión Ulises", Lluís Nadal, nos propone opinar sobre María Zambrano.
Quedan, pues, todos invitados al banquete de este debate.
Una opinión:
María Zambrano: razón poética. Partió de la "razón vital" de Ortega y Gasset hasta llegar a la "razón poética": un esfuerzo filosófico, un riesgo verbal -de meditación y de palabra-, que arrojará luz filosófica entre las sombras de la poesía. Mediante un lenguaje que, aun siendo filosófico, participa siempre del fulgor, de la iluminación poética, rozará el núcleo, el enigma de la existencia y de la creación poética, les dará claridad. Someterá o, mejor, atraerá el verbo de la poesía al verbo de la razón, el cual también se verá poetizado al filosofar: iluminación verbal, alumbramiento filosófico.
Filosofía y poesía, cosidas en la palabra, razón poética que despierta en un "claro del bosque", y ve y observa:
"Quiere decir el secreto; lo que no puede decirse con la voz por ser demasiado verdad; las grandes verdades no suelen decirse hablando. La verdad de lo que pasa en el secreto seno del tiempo, es el silencio de las vidas, y que no puede decirse. "Hay cosas que no pueden decirse", y es cierto. Pero esto que no puede decirse, es lo que se tiene que escribir".
(María Zambrano, Por qué se escribe)
Los títulos de sus libros ya lo anuncian, el título es ya en sí mismo un "inicio" de camino al habla, como diría Heidegger:
Filosofía y poesía
El hombre y lo divino
El sueño creador
Claros del bosque
La confesión: Género literario
De la aurora
Hacia un saber sobre el alma
Es decir, la filosofía entrando en el campo esquivo de la poesía, investigándola en profundidad, intentando "reducirla a claridad", como decía Pavese al hablar del mito, el símbolo y el signo. Como ya hicieran también Nietzsche (Así habló Zaratustra, el gran poema filosófico, vital); Kierkegaard (Etapas en el camino de la vida, itinerario existencial del indiviudo por el estadio estético (acción artística), el ético (acción moral) y el religioso (más allá de la acción artística y moral, "salto cualitativo" de la fe en el Absurdo teológico, que no puede ser razonado
-aunque los escolásticos lo intentan magistralmente en la pizarra); y Heidegger (construyendo la palabra, construyendo la "casa del ser", inaccesible más allá de las palabras, caminando en el límite del lenguaje):
la razón poética.
El suplente del cronista
Gracias por tan pronta respuesta a mi demanda, esta me redime de un cierto autismo que parece envolver el mundo virtual.
ResponderEliminarLa lectura de las obras de Mª Zambrano, me plantea ciertas dificultades, ciertas dudas, ciertos "alumbramientos"...
y me pregunto si el decir lo que no se puede decir, es aún un camino por recorrer, o ha quedado obsoleto tras los desencantos de la posmodernidad.
Y quisiera, para seguir redimiendo de autismo y anonimato este mundo virtual, dar y recibir palabras personales que puedan alumbrar la comunión de las diferencias.
En mi opinión, es un camino por el que aún hay que transitar. Es más, creo que siempre será transitado, a no ser que acabemos todos "zombis" con tanta in-formación que nos des-informa de arriba abajo, pasando por la derecha, la izquierda y el centro de la sociedad, la informática y el ser (aquí, una ironía socrática y política).
ResponderEliminarIgual que vivir no es lo mismo que querer vivir, decir tampoco es lo mismo que querer decir.
ResponderEliminarPero tal vez la condición humana sea de vivir queriendo vivir, y decir queriendo decir.
En el decir queriendo decir de MªZambrano, observo unas derivas y referencias mitico-religiosas, que creo que por mucho que nos esforcemos ya no nos son propias.
El decir balbuciente, el decir no diciendo (no diciendo del todo), creo que nunca ha pertenecido al siglo, a la vida cotidiana corriente y moliente. Es un decir místico, poético, que siempre existirá, pero al margen. Es un decir que sugiere, adivina, profetiza, un decir iluminado: no es el decir claro y brutal de la realidad. Ahora bien, ¿cuál es más auténtico? Porque, a la larga, ese decir claro y brutal suele volverse falso, o ya lo es desde que se enuncia por vez primera: slogans políticos, prédicas religiosas y mediáticas, vocabulario económico, mensajes sociales, son todos unos lenguajes que anuncian de un modo claro y rotundo futuros y panaceas que no son tales, soluciones que resultan falsas, promesas incumplidas, diagnósticos falaces, etc. Todo muy claro, pero falso.
ResponderEliminarSin embargo, el lenguaje poético, el lenguaje místico, están al margen, con sus visiones, balbuciendo, diciendo a medias porque no saben más, pero creo que tienen una raíz más auténtica, una pureza en el decir que no tienen los otros, los que hablan claro y alto para no decir, en el fondo, nada.
Se me ha hecho tarde, volveré mañana.
ResponderEliminarPero, ¿no hay nadie más que pueda decir algo de Mª Zambrano en este ciber-universo?.
Me siento como solo y rodeado de miradas calladas.
Querido Nadal, no estás solo con tus meditaciones. No estamos en la Academia platónica, los foros clásicos hace tiempo que fueron derribados. Hoy por hoy, muchos son los que miran y observan. En cuanto al decir, hay que tener paciencia. En internet se habla mucho y se dice poco. Creo que el decir siempre será minoritario. Pero debemos aspirar a esa "inmensa minoría" de la que hablaba Juan Ramón Jiménez, ese gran creador del poema-río "Espacio" (hay uno anterior, también extraordinario, titulado "Tiempo", más autobiográfico, donde Juan Ramón alude al saqueo de que fue objeto su casa, durante la guerra civil, por parte de otros escritores). "Espacio", un "poema en prosa-ensayo literario-crónica familiar y política-iluminación-visión-etc.", que hay que recomendar siempre. Es una mezcla de géneros, apasionante, impresionante, una obra originalísima, más allá de "Platero y yo", cruzando el límite de los géneros literarios. Un largo poema en prosa que casi nadie había leído y que ahora está siendo reivindicado y valorado por algunos. Tan valioso y fundamental como "La tierra baldía", de T.S. Eliot.
ResponderEliminarEl suplente del cronista
Acudía, cada día, a la plaza,
ResponderEliminary la plaza estaba vacía,
solo el guardián de la plaza,
permanecía fiel a su labor.
¿Dónde esta el pueblo?,
¿oculto tras los pilares?,
¿escondido en los portales?.
Quise abrir una entrada,
pero no una entrada cualquiera;
una entrada que se abriera hacia amplios horizontes,
para que entrara la luz más radiante,y la gente curiosa, saliera a la plaza.
Pero la plaza sigue vacía.
Solos, el vigilante y yo,
nos dejamos embriagar por los amplios horizontes.
Y nos preguntamos: ¿dónde estará el pueblo?.
Cuando quieran ya saldrán, me dice el vigilante, y abre otra entrada
por la que accedemos a nuevos y luminosos horizontes.
El poema-parábola de Nadal me ha recordado aquella alegoría de Kafka, en "El proceso", sobre el guardián que vigila una entrada, que tiene la puerta abierta, y el personaje que quiere pero no se decide a entrar ante la presencia del guardián. Pasan los días, y al final le dice el mismo guardián que ahora cerrará la puerta de aquella entrada que le estaba reservada a él, al personaje que no se atrevió a entrar.
ResponderEliminarOtro que busca una salida
Ha terminado ya el tiempo de silencio.
ResponderEliminarYo callaba por temor de interrumpir tu voluntad de decir.
Tú, indeciso, retenías la palabra.
Ha terminado ya el tiempo de silencio, la ciudad se despierta
y el ajetreo ha vuelto a sus calles.
Algún día, tú y yo nos cruzaremos en una avenida y quizás nos miraremos a los ojos.
Pero nunca sabremos, que yo esperaba tu decir, y que tú me negaste tu palabra.