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Afganistán, un pozo sin fondo
SANTIAGO CARRILLO 09/09/2009
(Fragmento)
Lo más grave es que las intervenciones militares de Ejércitos extranjeros que invaden países terminan afectando al conjunto de la población. Y ahí surgen ya dos factores que dan al "terrorismo" un carácter popular: el factor religioso y el factor nacional. A partir de ahí, el "terrorismo" es ya otra cosa: la guerrilla, la única forma de defenderse que posee un país débil militarmente, frente a un ocupante en posesión de una potente fuerza militar. Y la historia es pródiga en experiencia mostrando que, cuando aparecen los factores citados, los Ejércitos más potentes, al final, tienen que retirarse con el rabo entre las piernas.
Los españoles solemos estar muy orgullosos de la resistencia ofrecida por nuestros antepasados a las tropas de Napoleón. Pero con ciertos criterios actuales las guerrillas de entonces eran grupos "terroristas". Como los nazis consideraban "terroristas" a los patriotas que en Francia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia y otros países ocupados realizaban atentados contra el ocupante. Entrando en juego el factor nacional, como suele suceder en caso de invasión, lo que para unos son "terroristas", para otros son héroes nacionales. Si además juega el factor religioso, las cosas se agravan: el "terrorista" es un soldado de Dios, con la entrada al Paraíso asegurada.
En la época actual los enfrentamientos entre "terroristas" e invasores tienen consecuencias más dolorosas que antes. Es una consecuencia de la sofisticación de las armas, por un lado, y, por otro, del hecho de que los electores en países democráticos no suelen amar la guerra y pueden derrotar en las urnas a los Gobiernos culpables de la muerte de demasiados soldados propios.
SANTIAGO CARRILLO 09/09/2009
(Fragmento)
Lo más grave es que las intervenciones militares de Ejércitos extranjeros que invaden países terminan afectando al conjunto de la población. Y ahí surgen ya dos factores que dan al "terrorismo" un carácter popular: el factor religioso y el factor nacional. A partir de ahí, el "terrorismo" es ya otra cosa: la guerrilla, la única forma de defenderse que posee un país débil militarmente, frente a un ocupante en posesión de una potente fuerza militar. Y la historia es pródiga en experiencia mostrando que, cuando aparecen los factores citados, los Ejércitos más potentes, al final, tienen que retirarse con el rabo entre las piernas.
Los españoles solemos estar muy orgullosos de la resistencia ofrecida por nuestros antepasados a las tropas de Napoleón. Pero con ciertos criterios actuales las guerrillas de entonces eran grupos "terroristas". Como los nazis consideraban "terroristas" a los patriotas que en Francia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Polonia y otros países ocupados realizaban atentados contra el ocupante. Entrando en juego el factor nacional, como suele suceder en caso de invasión, lo que para unos son "terroristas", para otros son héroes nacionales. Si además juega el factor religioso, las cosas se agravan: el "terrorista" es un soldado de Dios, con la entrada al Paraíso asegurada.
En la época actual los enfrentamientos entre "terroristas" e invasores tienen consecuencias más dolorosas que antes. Es una consecuencia de la sofisticación de las armas, por un lado, y, por otro, del hecho de que los electores en países democráticos no suelen amar la guerra y pueden derrotar en las urnas a los Gobiernos culpables de la muerte de demasiados soldados propios.
Y aparecen además los que púdicamente se llaman "daños colaterales". Para arriesgar lo menos posible a sus soldados utilizan lo que podríamos considerar "armas de destrucción masiva" porque no dejan persona viva alguna en un área precisa. Así, en cada enfrentamiento hay una desproporción escalofriante entre las bajas de unos y otros, y muchas entre la población civil porque además la guerrilla se disimula y se confunde muchas veces con la población civil. Pero estas acciones profundizan el odio al invasor y movilizan constantemente nuevos "terroristas", para unos, o héroes populares, para otros.
Nota del suplente
Lástima que Santiago Carrillo no analice también la violencia en otras zonas del mundo. Me parece muy bien argumentado y lúcido el análisis neomarxista, y de sentido común, que aplica a la guerra de Afganistán
-dejando aparte las fobias de unos y otros.
-dejando aparte las fobias de unos y otros.
Agradecer, también, al blog "universigats" por el poema "Las Palomas", de Rilke, que han publicado en los comentarios a la nota anterior.
Las palomas siguen siendo envenenadas, aunque algunas sobreviven y comen ahora en el escaparate de una tienda de moda de Barcelona.
El cronista del barrio
Las palomas seguirán siendo envenenadas.
ResponderEliminarPero venenosa es la paloma, de la paz democratica, que los occidentales estamos empeñados en imponer a la fuerza, para regodeo y solaz de cuervos, buitres, aguiluchos y otras aves zafías y de mal vivir, que precisan de amplios carroñales para saciar su voraz rapiña.
Y los ilustres gallinaceos que nos goviernan se esturrufan vanidosamente haciendose los cruzados de una inmortal misión, cuando no son mas que los miserables palaganeros del más cutre burdel del mundo.
Mal, muy mal lo tenemos, pero esta estancia es corta, aun que se haga larga. Así que no desprovechemos estas cuatro cosas que aún nos dejan y que por suerte son las que valen. Así pues les dejo y me voy a buscar un amigo para reir, fumar y beber, lo que el cuerpo aguante y donde la ley lo permita. Abur