Picasso, La cacerola esmaltada
UN NUEVO VERBO
JAC escribe en su comentario del 15 de noviembre 2008 que la noción de vanguardia implica la idea de experimentación permanente para crear lo nuevo (“ el arte y la literatura nunca visto o leído”) pero también advierte que esa idea puede crear un arte “epigonal”, es decir un arte hecho por epígonos.
La palabra epígono deriva del griego que significa “nacido después” y que en latín pasa a epigonus que significa “sucesor”. Nuestra RAE dirá en su 23ª edición: “Persona que sigue las huellas de otra, especialmente el que sigue una escuela o un estilo de una generación anterior” (en la 22ª edición decía “Hombre que...”). Supongo que no es nombre epiceno y a la mujer que siga las huellas de otro u otra se la puede llamar “epígona”. En catalán “epígon” según el diccionario del IEC en su 2ª acepción es: “Seguidor o imitador d’un autor o d’un estil d’una generació anterior”, en su 3ª acepción: “Descendent, persona nascuda més tard, d’una generació més jove” y la 1ª es referencia a los “epigoni” de los siete contra Tebas de Esquilo. En alemán se usa habitualmente como “discípulo” o “seguidor” (por ejemplo el libro de Otto Liebmann “Kant und die Epogonen” que anuncia hacia 1865 el neo-kantismo al grito de: Zurück nach Kant! ) y los ingleses agrega además, un significado derogatorio de mal imitador (inferior imitator) que el Oxford Dictionary define como “a less distinguished follower or imitator” (un seguidor o imitador menos distinguido). El inglés también tiene forma adjetival (epigonic) y sustantivo (epigonism). Shakespeare no utiliza el vocablo en ninguna de sus obras.
En resumen, a pesar de la refinada definición de la RAE, creo que la palabra “epígono” en el sentido usado por JAC, no es un verdadero elogio sino una palabra con cierta ambigüedad y por lo tanto útil para la discusión.
Debido a esas cualidades propongo aquí crear un verbo nuevo que represente la acción de ser epígono y que denote una cierta manera de escribir o de crear y un estilo creador especial que se apoya en la imitación o el seguimiento de un personaje admirado o envidiado.
El nuevo verbo podría ser EPIGONEAR (o EPIGONIZAR) y en el presente sonaría así:
Primera posibilidad- Segunda posibilidad
Yo epigoneo -Yo epigonizo
Tu epigoneas -Tu epigonizas
Él epigonea- Él epigoniza
Nosotros epigoneamos -Nosotros epigonizamos
Vosotros epigoneais -Vosotros epigonizais
Ellos epigonean -Ellos epigonizan
El gerundio - esa forma verbal tan importante - sería epigoneando o epigonizando.
Yo me inclino más por la primera posibilidad (epigonear) pero ofrezco a los pensionistas la posibilidad de un referéndum para determinar cual de las dos opciones del nuevo verbo les parece más aceptable. Lingüísticamente las dos son viables.
Puedo imaginar que en discusiones futuras este verbo podría ser útil para comentar situaciones tales como que recientemente el escritor A ha comenzado a epigonear con entusiasmo y frecuencia al escritor B, que a su vez es el ídolo del escritor C (enemigo acérrimo del escritor A) y epigoneador activo del escritor D, especialmente desde que entró en la Academia.
Y aquí concluyo, parafraseando al Sr. Jonathan Swift y ofreciendo esta “modesta propuesta” a la atención de los pensionistas.
OS
Si las artes vanguardistas -en pintura, escultura, poesía, narrativa, cine, etc.-, por su afán de experimentar e indagar en busca de lo nuevo, pueden caer en la imitación y crear una descendencia de epígonos, ¿qué diremos de las artes no vaguardistas, tradicionales, con varios miles de años de existencia epigonal?
ResponderEliminarUn vanguardista resistente
No creo que las vanguardias sean semilleros de epígonos, sino la mediocridad. Ésta no es sólo madre de los epígonos, esos que escribien «al estilo de», sino también de los plagiarios, esos que se escudan en la «intertextualidad»
ResponderEliminarQue buena entrada!! Enhorabuena, acabo de descubrir este curioso blog
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