lunes, 11 de diciembre de 2017

EL LAZO AMARILLO DE PEP GUARDIOLA, Y CALAMARES VERDES


¿Ya estamos otra vez con el lazo amarillo?, pregunta alguien en el bar.
¿Qué lazo?, interroga un turista coreano en inglés.
Es un lazo de protesta, amarillo, a favor de unos presos políticos catalanes, explica la sobrina de la peluquera, que sabe inglés.
No son presos políticos, sino políticos presos, replica la cuñada del dentista.
¿No es lo mismo?, pregunta la hermana del informático.
No es lo mismo, contesta la vecina taxista del taxi amarillo (que los hay furtivos en Barcelona, negros, sin color amarillo, advierte ella, la vecina taxista). 
Pero hacían política y están presos, ¿no?, indica la vidente del barrio.
No es lo mismo, apunta el politólogo del barrio.
¿No es lo mismo, qué?, pregunta la nieta del anarquista.
¡Están presos por trileros, por no respetar la ley del juego, que son todos unos trileros, digo!, exclama la cuñada del dentista.
Ah, bueno, si es un problema de casinos, bolitas y tahúres como los novios de mi madre..., añade la hija de la bibliotecaria.
¡Marchando, cerveza y calamares a la romana bañados en tomate o salsa verde, no amarillean!, anuncia la dueña del bar.
¿No tener tapas de tortilla?, pregunta el turista coreano.
¿La quiere amarilla o pintada con salsa de queso azul?, pregunta el humorista.
¡Basta ya de enfrentamientos, prisiones, salsas y otros bailes de campaña, y el 21 vota Catalunya!, recomienda el poeta romántico del barrio.
¿Es el título de su próximo libro?, pregunta la vecina taxista. 
¿Con portada amarilla, tirando a verde?, inquiere el humorista.
¡Ya esta bien de palabras soeces!, denuncia la cuñada del dentista.
El poeta calla, pero exclama: "¡Ay!", el pincharse con el alfiler del lazo amarillo que lleva en el bolsillo. 

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