viernes, 18 de noviembre de 2016

POESÍA PÓSTUMA


Poesía póstuma, poesía a la que se le ha puesto un precio, subastada, mal cotizada, comprada a precio de saldo (aún gracias), o tal vez dejada al lado de un contenedor de la basura, y valorada luego como clásica y digna de todo el respeto del mundo, que se le negó en vida: poesía póstuma.
Y dinero póstumo, gran sarcasmo, broma grotesca final, como podemos observar en este billete de las antiguas 100 pesetas, con la efigie del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, que ni siquiera tuvo dinero suficiente para editar sus rimas, luego tan famosas.
Recordemos también a César Vallejo, que pudo editar "Trilce" en los talleres penitenciarios de una cárcel, o a Isidore Ducasse (Lautréamont), que pudo editar "Los Cantos de Maldoror" gracias a la financiación de su padre, o a Jacint Verdaguer, perseguido por todos, que pasó de una lado de la Rambla a otro (del palacio del marqués de Comillas a la parroquia de los pobres de la iglesia de Betlem),entre otros muchos ejemplos de poetas que vivieron a salto de mata, como ciervos heridos.
Mientras tanto, académicos (poetas o no), acomodados en el sofá de las Academias, pontifican sobre la vida y la obra de los pobres y desgraciados poetas (¡y cobran por ello, pardiez!, que diría Sancho Panza a Don Quijote).




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