miércoles, 4 de julio de 2012

ESCRITO EN UN FOLLETO



















Entre dos males, el mal mayor y el mal menor, ¿es siempre forzoso y necesario escoger el mal menor?
¿No sería posible no escoger ninguno de los dos, ni el mal mayor ni el mal menor, y buscar otra salida al dilema planteado y liberarnos para siempre de los dos males? El filósofo Adorno ya escribía algo parecido hablando de la experiencia. 

El suplente del cronista

2 comentarios:

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A Francesc Cornadó, Tina Sainz y 11 personas más les gusta esto.

Paula Dealbert Dauffi: hay que escoger el mal que 100 años dure :).

Mery Sananes: Sí, Albert, nos han acostumbrado al mal menor, con lo cual no sólo se logra apartarnos del bien, sino clasificar los males como si uno menor pudiera casi convertirse en un bien pequeño. Y ya ese mal y bien, viene inducido como una práctica instituida por algo superior a nosotros. De modo que el hombre se le reduce a comerse o no una manzana y un destino que no ha escrito. De lo que se trata –digo yo, y es un decir- es de un estatuto que honre la vida. Y todo lo que la siembre es un sí y todo lo que la dañe es un no. Claro, el gran problema es que hay quien nos hace creer que siembra la vida a punta de disparos. Y quien a punta de los mismos disparos quiere detener las balas del otro. Del modo que el mal menor queda constreñido a sobrevivir las balas de ambos. Lo cual, a la final, es una pobre supervivencia, en un tiempo de asesinos.

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Nada mal para darle una revisada a los acontecimientos recientes en Mexicalpan de los Votos Comprados, leer a Teodoro Adorno (y de paso, en otro sentido, a Gramsci y, ¡horror, hipócritas mojigatos!, a Lenin).

Albert Tugues: Lenin e incluso Gramsci, con la teoría del "intelectual orgánico", ¿no eran otros dogmáticos del bien y del mal, aunque Gramsci tal vez menos? Pero quizá, en la praxis real, sociopolítica, y con la economía brutal mareándolo todo, no podamos prescindir de ese dogma del bien y del mal, tanto en la religión como en la política y la economía. El diablo, hecho hombre, anda suelto por todas partes, aunque disfrazado de moderno.

Jesús Alvarado Torres: Sí, maestro Albert Tugues. En la coyuntura que vive México, con la amenaza de que se instaure aquí la dictadura tele-narco-estulta, Lenin (no todo Lenin, nomás la parte organizativa, no orgánica y corporativa, y tal vez una pizca de su vertiente "moral", la primera de la fórmula usada por D.H. Lawrence para describirlo: un "Santo Malvado") y Gramsci (sobre todo el Gramsci que lee ¡con ojos libertarios! a Maquiavelo) nos hacen falta. El bien (en modestas minúsculas), pero sobre todo el Mal (en ominosas mayúsculas), existen. Un biólogo argentino-mexicano, Marcelino Cereijido, ha escrito recientemente un maravilloso ensayo al respecto: Hacia una teoría general sobre los hijos de puta. Francamente, necesitamos ideas. Me gusta Adorno y Bataille, pero no me alcanza.

Albert Tugues: Sí, Jesús, creo que tienes razón. en la vida se impone la realidad, la cruda realidad, y a veces debatimos demasiado entre sueños e imaginaciones sobre lo real. Pero hay una cosa que me da miedo: el dogmatismo ideológico, el fanatismo religioso, siempre dispuestos a exterminar al otro, irracionalmente.

Jesús Alvarado Torres: Ese es siempre el peligro, maestro Albert Tugues. Por eso mismo decía que de Lenin nomás lo "santo", en el sentido de rectitud, y siempre vigilado por el espíritu libertario: evitar a toda costa fanatismos, dogmatismos y otros ismos que llevan al odio del otro, como bien reveló Castoriadis. Quizá no sea mucho, pero los griegos adicionaron algo a su invento, la democracia: Isegoria, decían. Oír, involucrar y corresponsabilizarse... Además tenemos a la poesía. ¡Híjole! Visto así, estamos medio xolos (voz náhuatl que significa desnudos) frente a la barbarie, pero con esto (y algo más) tenemos que civilizarnos. Un gran abrazo, maestro.