lunes, 30 de enero de 2012

POETAS ILUMINADOS EN TIEMPOS DE PENURIA (O CRISIS)

















Dicen en el barrio que también tenemos poetas iluminados entre nosotros, poetas iluminados en tiempos de crisis, en tiempos de penuria.
Hoy hablan de uno de ellos, el llamado poeta romántico del barrio, que suele participar en las tertulias del bar de la Pensión Ulises. Como estos días el poeta se encuentra ausente, de viaje por Venecia (sabemos que admira la novela "La muerte en Venecia", de Thomas Mann, y la película de Visconti), hoy nos resulta más fácil hablar de él y de su inicio a la poesía, cuando empezó a publicar sus poemas en las revistas del barrio (al principio, sonetos, odas y haikús, para pasar luego al poema épico y a los encargos líricos para bodas, bautizos y comuniones, y más tarde publicó un libro, "Antología de epitalamios", de 500 ejemplares, cuya primera y única edición tardó veintidós años en agotarse, como decía Raymond Roussel, el escritor inclasificable, a propósito de la edición de su libro "Impresiones de África"). 
Parece ser que todo empezó con un resplandor, dicen, el día en que descubrió  una imagen que se transparentaba veladamente en el escaparate de una tienda, y cuyo resplandor avanzaba hacia él a través del cristal.
Un maniquí con ropa de verano, con un vestido transparente, dicen los más burlones.
Pero no, opina la mayoría, nadie sabe a ciencia cierta lo que vio nuestro poeta en el escaparate de la tienda, qué lo deslumbró y lo convirtió en poeta iluminado. Es desde entonces que necesita nombrar lo oculto, aquello que nadie ve, pero que él imagina y nombra. No necesita tocarlo, sólo decirlo, nombrarlo: es lo oculto, sentencia nuestro vecino y poeta, y debe nombrarlo.
 ¿Y cómo lo nombra, qué palabras utiliza, qué metáforas escribe para nombrarlo?, preguntan algunos. Pues, sobre todo, vocablos y metáforas de los reinos vegetal, mineral y animal,  responden los más enterados del barrio. Ya saben, flores, frutos, árboles, crepúsculos, cielos, sol y estrellas, gorriones, gaviotas, caballos, perros y gatos al galope por las montañas y verdes campiñas, en busca de lo oculto, de lo imposible, que siempre resplandece más allá de los árboles o del azul del mar.
Todo en vano, el resplandor aquel, el de la primera vez, aquella transparencia no vuelve a brillar, no fulge de nuevo, y la palabra, la metáfora, el poema entero cae víctima del fracaso, se da de bruces contra la pared, la misma pared detrás de la que vive y se ríe lo oculto, que ya no quiere manifestarse ni siente capricho alguno por este poeta, ayer iluminado y hoy con el resplandor apagado. De ahí esos viajes a Venecia del poeta romántico del barrio, más de cincuenta veces viajando a la ciudad húmeda y decadente, en busca quizá de la primera o de la segunda vez, cuando aún veía resplandores.
Lo mejor sería que tuviera hoy una mejor visión y se dejara de buscas las iluminaciones perdidas, sin duda falsas, fingidas, comentan los más desconfiados.
Ahora comprendo, dice otro, por qué siempre lleva un ojo morado, con la de golpes que debe darse durante el día en las calles oscuras de este barrio y contra las duras sombras de la vida cotidiana.
De todos modos, seamos prudentes y no hagamos burla de la necesidad de nombrar lo oculto que siente nuestro poeta romántico del barrio, quizá algún día recobre la visión y vea las cosas con una nueva luz, dice un vecino optimista que siempre mezcla bromas y veras, de tal modo que nunca sabemos si habla en serio o no. 
Cualquier día encontrará otro resplandor, otra transparencia en el escaparate de alguna tienda, aunque ahora nuestro poeta no esté precisamente iluminado para orientarse por las calles y tiendas del barrio, apuntan los vecinos más tolerantes con las manías ajenas.
Esperemos que vuelva de Venecia con otra luz en la mirada, o con unos lentes más modernos y mejor graduados!, concluye el inevitable humorista del barrio.

















El suplente del cronista

1 comentario:

comentarios en Facebook dijo...

Dolors Miquel: Es gelarà. Venècia en aquesta època de l'any té una humitat d'un 90 per cent amb una temperatura baixíssima!

Inma Arrabal Cano: Albert, me pregunto ¿será conveniente para él tener una mejor visión de las cosas...? ¿sería más feliz? si es que existe la felicidad...

Mery Sananes: Y será verdad que el poema entero cae víctima del fracaso o que somos nosotros los ciegos? Será verdad que nuestro poeta de iluminaciones que llegan y se van necesita irse a Venecia o será que en la tertulia del barrio podrá encontrar mayores iluminaciones que en cualquier vidriera de escaparate? ¿Será verdad que hay en él dos miradas distintas o será que una fue su iluminación y otra que no supimos leer en sus palabras la iluminación que él quiso compartir, y entonces creyó que se daba de bruces contra las paredes?

Albert Tugues: Dice un vecina que los comentarios de Mery Sananes parecen poemas en prosa.