lunes, 19 de septiembre de 2011

COPLAS POR LA MUERTE DE UN BARRIO



















¿Qué fue del barrio gótico de Barcelona?
¿Dónde sus tiendas, aquellos escaparates de otros tiempos, sus colmados, mercerías, granjas, carpinterías, pastelerías, ferreterías, papelerías?
¿Qué se hicieron de las pescaderas, de los carniceros, ebanistas, electricistas, tapiceros?
Todo ha sido derruido y los escombros han ido a dar al mar,
que no es el morir, como decía Jorge Manrique, sino el mar de los turistas y sus cascotes.
Mientras tanto, en las calles se multiplican las nuevas tiendas
o locales pintados de blanco, con ofertas de frutas y verduras, cientos y cientos de puestos de frutas y verduras, 2 kilos al precio de 1,
tiendas todas iguales que se multiplican como los panes y los peces en la Biblia,
y ya no sabes bien en qué calle vives, todo es igual, los turistas,
las frutas y verduras, el ruido, la furia y la ebriedad nocturnas,
todos iguales bajo el sol del Mediterráneo, en la ciudad de moda para orinar
o vomitar a todas horas en cualquier esquina, o en medio de la calle,
no pasa nada, nunca pasa nada entre las piedras góticas,
todos en traje de baño o recién vestidos en Zara.
O como dice Jorge Manrique en el poema "Oh, mundo. Pues que nos matas...":
los males vienen corriendo;
después de venidos, duran
mucho más.

El suplente del cronista

4 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Además nos encontramos, en el Gótico, y en el resto de la ciudad, con un nuevo modelo de urinarios de diseño, se trata del formado por dos o tres contenedores de basura, el espacio que queda entre los contenedores provoca un furor urinario irrefrenable, unas ganas de mear terribles, pues uno tras otro están llenos de orín, apestan.
Con estas tiendas de verduras se fomenta la dieta mediterranea del consumo de verduras y frutas y ahora, tiempo de sandía, tan diurética los urinarios de diseño son de una utilidad absolutamente necesaria.
Salud
Francesc Cornadó

grupo de vecinos insurrectos de Ciutat Vella dijo...

Primero fueron las tiendas de souvenirs por todas partes. Después, una maraña de pequeños supermercados pakistaníes y chinos, uno, dos, tres en cada calle. Ahora, los puestos de frutas y verduras, un ciento. Y no es racismo, cada uno se gana la vida como puede, pero es una lástima y un agravio a la ciudadanía que los barrios pierdan su personalidad, sin respeto alguno al espíritu y a la forma que tenían.

la resistencia gótica dijo...

Habrá que resistir. Muchos son los intereses creados que nos quieren echar del barrio.

la Resistencia del Raval dijo...

Suscribimos lo que dice la Resistencia Gótica. Lucharemos para mantener lo que es digno de mantener, sin menospreciar a nadie. Respetamos, así pues que también nos respeten las autoridades.