lunes, 8 de noviembre de 2010

EL PODER Y LA GLORIA


el país.com
González: "Tuve que decidir si se volaba a la cúpula de ETA. Dije no. No sé si hice lo correcto". Ante Juan José Millás, 14 años después de dejar el Gobierno, Felipe González reflexiona sobre el poder, la crisis y revela decisiones que hasta ahora eran desconocidas.

¿Qué les sucede a los escritores cuando se acercan al poder?, pregunta el electricista mientras pide un cortado. Tejen una palabra tras otra a modo de alfombra oriental, donde los pasos y las palabras no se oyen, responde el cantante de coplas del barrio.
¿Los intelectuales se someten al poder de una manera lúcida, o bien son encantados de noche por los sortilegios y filtros amorosos que distribuyen los poderosos?
Ahora también proclaman que Kennedy, de haber vivido, no hubiera ordenado la escalada de la guerra en Vietnam, guerra que él mismo inició, dice el pacifista.  Vietnam, Camboya, Irak, Afganistán, guerras para unos y guerras para otros, guerras con paraguas y sin paraguas, a gusto del consumidor y de los fabricantes de armas. Dictaduras y gobiernos democráticos que critican y se manifiestan contra las guerras, contra los países en guerra a los que ellos mismo suministran armas último modelo.
Quizá sea útil hablar sobre el pasado con los dictadores o con los expresidentes de las democracias occidentales. Sí, responde, la nieta del anarquista, sobre todo cuando hay  escribas que se someten al juego del poder, pierden pie en la realidad, resbalan sobre el barro y se ponen a reescribir la historia que les cuentan. Es un modo de estar a la altura, no de las circunstancias, sino del poder que las interpreta y recrea para los ciudadanos. 

Ah, una curiosidad, dice el dueño del bar: mi hermana tiene un hijo con síndrome de Down, y nadie, en ninguna institución oficial,  le había informado sobre la "Obra Benéfico-social Nen Déu" para personas discapacitadas. Y a tenido que ser la visita del Papa, y no la de un presidente, diputado o senador electo, la que nos ha descubierto la existencia de este centro religioso benéfico-social para discapacitados. Gracias, de parte de mi hermana, por la información a destiempo, concluye el dueño del bar.

El becario del suplente del cronista

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