domingo, 1 de marzo de 2009

VIDA, BRUJERÍA Y POESÍA

Marcel Duchamp, Sonata






















Soy también una bruja comtemporánea, que tiene muchos palos de escoba rotos, y una buena sección de poesía en mi biblioteca.
Me animo a escribirles porque pienso que es bueno y necesario luchar siempre, por muchos que sean los inconvenientes y represiones. Y en cuanto a la utopías, a pesar de las malas interpretaciones y manipulaciones a que se han visto sometidas por los dictadores alucinados de turno, creo que son tan necesarias como la sangre nueva para revitalizar el cuerpo de la sociedad, y de nosotros mismos como individuos. Utopía es esperanza, no destrucción y muerte, aunque sí haya que luchar contra los abusos y destrucciones sistemáticas.
(Estoy de acuerdo con la respuesta de Luis Nadal a la carta de la "joven poeta anarquista").
Que se haya derramado tanta sangre en nombre de Dioses y Falsas Utopías no quiere decir que los principios utópicos sean criminales ni deleznables, sino que los que tienen algún tipo de poder siempre utilizan y corrompen las buenas ideas, los justos propósitos de las utopías humanas, condenándolas siempre al fracaso mediante la falsificación de los ideales, al degradarlas sistemáticamente.

Creo, pues, en la utopía como una forma de ilusión y de esperanza de que algún día realmente desaparezcan los abusos de poder, las injusticias, y que no sea ya aplicable aquello que decía Goethe y que opinan muchos aún por desgracia: que es preferible la injusticia al desorden, es decir, guárdese bien ordenado, por ejemplo, el patrimonio de los administradores y gestores de Bancos, Cajas, Poderes Religiosos y Poderes Políticos varios y de todo color, y que se apañen los demás si se han roto y despilfarrado las huchas del ciudadano.

Tiene razón Alicia -una de las coordinadoras de las "Jornades Anarco-Feministes" que se celebrarán en Barcelona este mes de Marzo-, al comentar en su nota la persecución de que fueron objeto las brujas, como grupo marginal, por los poderes políticos y religiosos. Hay un ensayo del historiador francés Jules Michelet, La bruja, que se publicó en 1862, donde se analiza en detalle y profundidad las causas de todas las persecuciones y juicios inquisitoriales de las actividades de brujas y curanderas (también las llamadas brujas eran curanderas, médicos de los pobres, con sus hierbas y potingues, a falta de los otros médicos, los oficiales, muy ocupados con las indigestiones de aristócratas y burgueses).
A muchas de ellas las condenaron a la hoguera, a menudo como chivo expiatorio de las injusticias preparadas y ordenadas por los mismos poderosos, que las habían perseguido, juzgado y condenado a muerte.

Otra cosa. En caso de crisis existencial, y económica, es muy recomendable leer la poesía de Walt Whitman, Emily Dickinson y César Vallejo, entre otros buenos amigos y amigas. Estimulante, ¿es posible la vida poética, utópica, en este mundo? Mantengamos la ilusión en este combate poético, pero no sólo poético.

Una bruja amiga


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