lunes, 8 de diciembre de 2008

Los premios literarios: una puerta abierta a la cultura

Amigas y amigos pensionistas, el colega accidental RR me ha hecho reflexionar profundamente. No soy un lector, soy un envidioso. De hecho lo que he leído no está en el libro, está en mi mente perversa y corroída. Es cierto. Solicito el perdón de los crédulos. Savater es un estilista al mismo nivel que Azorín, un narrador de la misma altura argumental que Baroja y un poeta superior a Juan Ramón Jiménez (el traca-taca lo demuestra, jamás a JRJ se le hubiera ocurrido un efecto sonoro tan intensamente satisfactorio). Lo certifico. Y certifico que de ahora en adelante todos los premios Planeta, Anagrama, Alfaguara, Tusquts, Torrevieja, Salamanca, Ateneo de Valladolid, Málaga... serán libros maravillosos que lucirán en el cielo estrellado de mi canon particular. Y los escritores que dirigen editoriales serán mis favoritos, y los poetas que ganan todos los premios nacionales reiteradas veces serán mi devoción. ¡Lo que voy a ahorrarme en horas de lectura con estas ideas que abrazo con entusiasmo! Y mientras tanto, todos esos autores que nunca salen en Babelia y que RR no lee porque nunca ganan un puñetero premio, ni siquiera el de su pueblo para que los tengamos en cuenta, todos esos autores que leo con admiración de lector, todos ellos ¡a la basura! Por no ser famosos. Dios mío, ¡cómo pude estar tan engañado! Con la de autores premiados y poderoso que hay, he ido a fijarme en cuatro muertos de hambre que publican en editoriales que no las conoce ni el padre del editor. RR me ha abierto los ojos. Gracias, amigo accidental. Y bienvenido a la pensión: tuya será la habitación del faquir, para que vayas leyendo premios, uno tras otro.
CC

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