domingo, 21 de diciembre de 2008

ANATOMÍA DE UN POETA

Max Ernst, La esfinge vigilante
Respondiendo a RR (y de paso también a S. Dedalus) no sé si la pregunta sobre "la bondad y los poetas" está llena de ingenuidad o de perversidad, pero aprovecho esta duda para descuartizar al poeta (como véis, no soy nada poética). El poeta, ese ser aparte entre los artistas que aún se le considera especial, con más sensibilidad que nadie, y ejerce como tal en todo momento, sin reposo, en cuerpo y alma, rodeado de musas. No hay descanso para él, siempre actuando aquí y más allá de las tablas. Desmitifiquemos al poeta, ese ser al cual parece que hay que rendir tributo sensiblero. Silencio, el poeta
escribe, no molesten: a ver qué nos depara con su experiencia y sus palabras. Puede ser peligroso.


Asesinemos al poeta, un poeta para el cadalso, despojémosle de vestiduras sagradas, dejémosle en calzoncillos, calcetines y zapatos, sin uniforme de poeta, y que la función comience.

Pero, bueno, ¿quién es ese poeta? Un ser más entre otros, que se diferencia por ese halo de fuego sagrado que se le otorgó antiguamente y del que ahora sólo queda una llamita.

¿Y la mujer poeta? ¿Vemos a la mujer poeta igual que al hombre poeta? No. Ni antes ni ahora.
¿Cuándo ha estado bien visto a lo largo de la historia que una mujer vaya de poeta o de artista, que se comporte como seductora poeta?

Hagamos anatomía poética para que surgan menos poetas de opereta.

Janet Xirgu

No hay comentarios: